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Desde casi siempre en España hemos entendido que la vivienda era un valor refugio en la economía y nadie sospechaba (o sospechábamos) que podrían bajar los precios; pero los precios bajaron al pincharse la burbuja inmobiliaria.
La vivienda bajó casi entre un 35% y un 42% de su valor en los años de recesión respecto a los máximos de la burbuja inmobiliaria, cuando muchos pagamos precios desorbitados entre 1997 y 2007.
También ha influido el
hecho de que hasta la explosión del caso "cláusulas suelo" el precio
de algunas hipotecas había sido inferior al de algunos alquileres.
Existe un pánico
extendido a invertir en vivienda después de la reciente experiencia de la
crisis.
Por otro lado está la
creencia clásica de que pagar un alquiler de una vivienda equivale a tirar el
dinero.
Incluso muchos de
nosotros hemos tenido etapas que han requerido de una u otra forma de vivir.
Entonces, ¿qué hacemos?
¿Comprar o alquilar? ¿cómo acertamos?
No hay respuestas definitivas
a estas preguntas, pero sí algunas ideas que nos pueden guiar hacia una
decisión más rentable.
Como normal general,
se trata de una cuestión de tiempo o de plazo. Normalmente el alquiler es una
buena opción a corto y medio plazo, pues no se requiere una inversión al entrar
a vivir. Pero, más a largo plazo, la mayoría se decanta por comprar, pues una
estancia prolongada permite amortizar el alto gasto inicial que supone la
compra.
Si se espera vivir más
de cuatro años en un mismo sitio, resulta más rentable la compra.
También es importante
tener en cuenta nuestra situación económica al tomar la decisión.
Podemos ver algunos de
los argumentos que nos solemos plantear al decidir:
• A
favor de comprar. Los tipos de interés están en mínimos históricos, aunque
ahora empiezan a subir. El mercado inmobiliario comienza a recuperarse. Los
expertos descartan nuevas caídas y apuntan incluso a un incremento progresivo
de los precios de hasta el 4-5% anual, por la recuperación económica.
Además, ante un empeoramiento
en nuestras circunstancias, se puede alquilar la vivienda ya que el número de
personas que viven en arrendamiento se ha multiplicado por tres desde que
estalló la crisis, superando hoy el 20-21%. Además los precios del alquiler
están subiendo.
• En
contra de comprar. La vivienda, hoy tiende a revalorizarse. Pero la
historia reciente nos dice que los precios también pueden bajar. Este es pues,
el mayor riesgo de invertir en vivienda.
Por ejemplo: si comprásemos
una vivienda por 160.000€, tenemos que disponer de al menos 52.800 €, ya que no
nos financiarán el 100% como en los viejos tiempos. Pagaremos 32.000 euros de
entrada y 20.800€ aproximadamente de impuestos, registros, notarios, tasación y
los gastos del préstamo, que suponen aproximadamente el 13% del precio de la
vivienda. A eso hay que sumar luego los intereses de la hipoteca, tributos como
el IBI, el seguro del hogar o la comunidad, si la hay.
• A favor de alquilar.
Es la mejor opción como solución temporal o como medida ligada a la movilidad,
nos da mayor libertad. Sin las rigideces de la hipoteca y pagar gastos
iniciales, el arrendamiento permite flexibilidad para cambiar de residencia si
las circunstancias cambian.
Es muy importante el
peso que ha tenido la falta de flexibilidad y de movilidad geográfica en las
cifras de paro que asolaron España durante las últimas crisis. Esto ocurre en
mucha menor medida en países con mayor flexibilidad debido a que la proporción
de viviendas en propiedad es menor.
Además, ahora el
alquiler tiene más beneficios fiscales que la compra. Ese ahorro permite, a su
vez, dedicar el dinero a otros menesteres o a invertir en Bolsa, depósitos o
nuestro negocio.
• En
contra de alquilar. Lo que algunos llaman "tirar el
dinero" consiste en que pagamos durante todo el tiempo de alquiler y al
final no nos queda nada.
Es importante recordar
para hacer las cuentas que el precio del alquiler se actualiza con el IPC, en
los últimos 30 años, el IPC ha subido un 154%, lo que teóricamente habría
elevado un alquiler desde los 500 euros de 1986 hasta los 1.250 de 2016 en Granada.
En las hipotecas
también varía el importe pagado, pero esas oscilaciones son menores.
La diferencia fundamental
está en que si alquilamos siempre podemos seleccionar un alquiler más barato en
caso de necesidad, pero si tenemos una hipoteca tenemos un margen de movimiento
menor.
Pero la decisión final
no siempre es económica, ya que en toda decisión hay un importante componente
personal, nuestras costumbres, nuestras preferencias o nuestras experiencias
tendrán un peso importante en esta decisión.
Gabriel Padial // www.nettvalley.com